12 agosto, 2007

Pueda yo en esta fuga de París, recuperar para el cruento esfuerzo por la existencia, mi sentimiento de naturaleza inculta y sin senderos, que advierto un tanto encogidos entre mis cuitas civiles. Que amable es deslizarse o pugnar en la selva virgen y compacta, en atmósfera y tierra sin caminos. Qué ansia de perderme definitivamente, no ya en el mundo ni en la moral, sino en la vida y por obra de la naturaleza. Odio las calles y los senderos. Cuánto tiempo he pasado en París sin el menor peligro de perderme. La ciudad es así. No es posible en ella la pérdida, que no la perdición, de un espíritu. En ella se está demasiado asistido de rutas ya abiertas, de fechas y señales ya dispuestas, para poder perderse....

Cesar Vallejo
Parado en una piedra
desocupado,
astroso,
espeluznante,
a la orilla del Sena, va y viene.
Del río brota entonces la conciencia,
con pecíolo y rasguño de árbol ávido:
del río sube y baja la ciudad, hecha de lobos
abrazados....


César Vallejo