23 febrero, 2007

Gracias a una paloma muerta

Bueno sí, la cosa es que demasiadas lecturas y reflexiones al respecto me llevaron a la falsa conclusión de que el yo no tenía futuro en este mundo, la única solución para la escritura era “entrar en personaje”. De esta ambigüedad, los blogs en general eran la prueba flagrante: páginas y páginas, bytes y más bytes rebosantes de ego no correspondido y de reflexiones profundas sobre lo de siempre, lo de todos y lo de todos los días.

Pero, el pero es que, igualmente, escribir regularmente un “blog” me parecía, y me parece, una experiencia narrativa interesante, sobre todo para gente floja como yo que necesita ser obligada a escribir, aunque sea por presiones virtuales.

Entonces, como superar el punto muerto, entre no querer construir un personaje (no poder en realidad) y no querer transformarme en otro ego esponjoso y baboso.

Ahí estaba el asunto; el señor Levrero y su Novela Luminosa, me permitieron leer una verdadera escritura del yo, y así darme cuenta que gran parte de lo que circula en virtual y en papel, no son realmente primeras personas del singular, sino egos, ¡qué no es lo mismo!.

Ahora debería explayarme sobre que es un verdadero yo-escritor, pero eso significaría que esto quedase más largo de lo debido; y la precisión de la forma es uno de mis más caros principios, así es que lo dejo para después.